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22 Una mujer cananea de las inmediaciones salió a su encuentro, gritando:

―¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada.

23 Jesús no le respondió palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron:

―Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando.

24 ―No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús.

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